La cuestión de la muerte digna es susceptible de ser tratada desde numerosas perspectivas éticas y médicas. Eutanasia significa buena muerte. Parece algo contradictorio en sí mismo. En el caso de la niña Andrea de 12 años es entendible que sus progenitores quieran evitar sufrimientos innecesarios, y pidan que se suspenda el soporte vital, puesto que padece una enfermedad degenerativa irreversible.
Lo más apropiado es que este asunto esté judicializado para que de este modo se busque la mejor solución para esta niña. En mi opinión, el elemento clave a valorar y analizar, por parte de los médicos y el juez, es si existe dolor y sufrimiento desmesurado. Ya que la medicina no es una ciencia exacta, aunque se aproxima a ese ideal cada vez más.
Por tanto, aunque ya se sabe de forma segura e indudable que el final está cerca, el problema surge al pensar, si compensa seguir con el soporte electromecánico, para que la niña prolongue su vida, artificialmente, unos meses más o no.
Han existido casos de todo tipo en relación con el mantenimiento artificial de la vida de personas en coma, por ejemplo. Y en algunos casos han estado años e incluso décadas en estado vegetativo, conectadas a diversos aparatos, en un hospital o centro médico.
Indudablemente, en la situación de Andrea el procedimiento judicial iniciado por los padres es lo más apropiado para garantizar un planteamiento que responda a los mejores criterios tanto médicos como legales.
Desde mi punto de vista, y respetando otro tipo de opiniones, considero que el valor de la vida es superior, excepto si está demostrado y probado que existe un gran sufrimiento que no se puede eliminar con medicamentos. Es, a mi juicio, el criterio clave para aplicar una muerte digna. Algo que debe ser medido con todo el rigor y profundidad posible.
En los sujetos adultos la propia voluntad del paciente puede ser determinante antes de llegar a una situación irreversible y terminal. E incluso si la persona está informada sobre el proceso de su enfermedad puede expresar sus deseos al respecto a los médicos.
Los Comités Bioéticos también son fundamentales a la hora de tomar decisiones y analizar diversas alternativas posibles. El tema del sufrimiento debe ser investigado y analizado con extrema precisión y minuciosidad. Por otra parte, las Unidades del Dolor que existen en el ámbito hospitalario sirven, especialmente, para reducir a límites soportables los dolores de los pacientes, o incluso suprimirlos, si es posible y esta considero que es una buena opción.
De todos modos, está claro que la aportación de muchas opiniones y de un consenso respecto a las mismas, con un planteamiento lo más objetivo posible me parece lo más indicado.
José Manuel López García