Aunque la etapa vital de la adolescencia suele ser la que más gozosamente se recuerda es cierto que, en la misma, aparecen problemas que no siempre son bien resueltos. La misma vida es por definición problemática, pero también sucede así con los adultos. Según los datos de la Fundación ANAR se ha detectado un aumento considerable de las llamadas de adolescentes relacionadas con ideación e intento de suicidio y autolesiones.
Y es preocupante, sin duda. Y el factor desencadenante es la soledad, aunque aparentemente vivimos en una sociedad hipercomunicada a través de las relaciones interpersonales, y de las redes sociales. Pero la comunicación virtual no suele poseer la calidez de la real. Y la calidad de las relaciones no siempre es la adecuada para la estabilidad emocional de una parte de los adolescentes.
Sucede que esta interacción comunicativa es, en demasiadas ocasiones, superficial e insuficiente para llenar el vacío emocional de cierto número de jóvenes y niños. Las inquietudes de los adolescentes, si tienen el firme y constante apoyo de su círculo familiar son resolubles. Sobre todo con actitudes de atención y apoyo afectivo.
Y según dicen los psicólogos especializados en estas cuestiones los problemas escolares y quizás, especialmente, los sentimentales son los que más producen estas conductas negativas de intentar quitarse la vida. Muchas veces, parece ser, por una interpretación irreal y exagerada de las situaciones que les afectan.
ANAR ha señalado que de enero a septiembre de 2015 ya han contestado 621 llamadas de adolescentes con estos problemas de soledad, tristeza, desesperación, etc. El 74% de las mismas es de chicas, lo que es significativo. Ya que pone de relieve, a mi juicio, que están, quizás, más expuestas a situaciones más difíciles, en una sociedad en la que todavía, en mi opinión, domina el poder de los hombres, al ser androcrática.
Parece ser que lo más habitual en los casos atendidos por el Teléfono ANAR es que se perciba tristeza por no existir una buena relación con la familia, o que la misma no exista. Según los expertos, el suicidio adolescente es una forma de escapar de las tensiones insoportables. Las autolesiones son una forma de expresar la desesperación para algunos adolescentes.
Lo que sí está claro es que hay que estar alerta para darse cuenta de posibles signos de ideas suicidas en los adolescentes. Dicen los profesionales que, si los padres detectan cambios de conducta repentinos y comentarios negativos de los menores sobre sí mismos, sus vidas o su futuro y relacionados con autolesiones y muerte, la reacción debe ser la de consultar para evitar que se produzcan actos irreparables.
La adolescencia es un periodo apasionante de la vida, y la niñez también. Aunque también es verdad que la falta de experiencia propia de la adolescencia es algo que, en ocasiones, dificulta la adaptación progresiva a las reglas de la existencia adulta.
Y, si a esto se une, la sociedad hipercompetitiva, consumista, individualista, materialista, violenta y relativista en la que vivimos, no es extraño que el aislamiento, la soledad y la marginación sean tres grandes problemas de nuestro tiempo para los adolescentes, los adultos y los mayores.
José Manuel López García