Un apasionante libro acerca de la vida y obra de este gran pensador. El libro de Luis Fernando Moreno Claros a lo largo de más de trescientas páginas nos va detallando numerosos aspectos del carácter y de los intereses de Schopenhauer. También aporta testimonios y valoraciones acerca de sus obras. En los últimos decenios del siglo XIX fue el filósofo de moda en Europa y habría que añadir que merecidamente.
Su libro El mundo como voluntad y representación de 1819 y Parerga y paralipómena de 1851 junto con otros libros fueron leídos y admirados por sus coetáneos. Se puede pensar que Schopenhauer es el precursor del vitalismo por sus planteamientos filosóficos. Y es también un pensador irracionalista, puesto que afirma que el mundo es una representación de una voluntad ciega. Además, la Voluntad como última base de las cosas es algo parecido al Noúmeno kantiano.
El eterno bucle de deseos e insatisfacciones es lo que para Schopenhauer justifica el pesimismo. Porque para él, los seres humanos están en el peor de los mundos posibles. Si bien el pensador alemán considera que el camino de la salvación está en la contemplación estética, el ascetismo y en una moral fundamentada en renuncia y la piedad. El artista y el genio creador son admirados por Schopenhauer. Aunque posee una concepción trágica de la vida, ya que afirma que no hay salvación individual.
Sus libros son extensos, pero Schopenhauer pensaba que su producción escrita no contenía ni una sola palabra de más. Era el resultado de su gran erudición, curiosidad y capacidad de análisis y también de su profundidad de pensamiento. Se interesaba por todo el conocimiento y también por la actualidad a través de los periódicos. Como escribe Moreno Claros «Si alguien esperaba hallar en él a un interlocutor parecido al humilde Sócrates se llevará un gran chasco». Poseía una gran cantidad de conocimientos y elaboraba opiniones sobre todo tipo de temas. Se expresaba abiertamente sobre cualquier asunto. Y también mostraba su gran cultura.
La voracidad lectora de Schopenhauer también se aplicaba a la prensa además de a los libros. Y tenía en cuenta lo que había aprendido en sus viajes y en sus conversaciones. Daba mucha importancia a la experiencia de la vida, puesto que, según él, le había dado los mejores conocimientos que poseía.
A pesar de su irracionalismo vitalista y su pesimismo sabía disfrutar de la vida. Como también indica Moreno Claros: «Schopenhauer era un hombre que sabía reír, sobre todo en el último lustro de su vida, el más feliz, sin duda». Según Schopenhauer no existe un mundo verdadero en sí y que es previo a la representación subjetiva de cada individuo.
Para él la contemplación estética y la creatividad son fuente de satisfacción frente a la cadena infinita de los deseos y las necesidades. Su filosofía influyó en Nietzsche y en otros pensadores y artistas después de su muerte en 1860. La falta de sentido, el absurdo de la vida, el irracionalismo, el vitalismo, el gran valor de los sentimientos y las emociones son temas que explicitó Schopenhauer con su filosofía de manera extraordinaria, y que han sido tratados a lo largo del siglo XX por numerosos artistas, escritores y filósofos y también en estos momentos, en pleno siglo XXI, son cuestiones de máximo interés en nuestra era digital, ante los retos que se plantean.
José Manuel López García