Como en los últimos años, cada 12 de mayo se celebra el día mundial de la fibromialgia, una enfermedad que ha ido en aumento constante, y tiene un promedio de edad en la que aparece entre los 30 y 50 años, pero ya existen múltiples casos en los que se inicia a muy temprana edad los primeros síntomas.
El 80% de los enfermos son mujeres. Consiste en dolor musculo esqueleto generalizado en casi todo el cuerpo, y cuando no se diagnostica a tiempo, la enfermedad sigue avanzando.
Todas estas personas también pueden presentar fatiga, menos resistencia a actividades que impliquen esfuerzo y un cansancio agotador que domina todo el cuerpo, que incluso en algunas ocasiones es un problema más grave que el mismo dolor; pero por ello debemos aprender a convivir con él diariamente, al igual que no tener un sueño reparador y levantarse incluso peor que cuando te fuiste a la cama.
A día de hoy aún seguimos con la lucha constante porque se nos reconozca al 100% y no existe ninguna investigación que de verdad haya dado con las causas reales de esta enfermedad y por consiguiente ningún tratamiento eficaz, seguimos un poco a palo de ciego, lo cual en algunas ocasiones a muchas personas les ha causado problemas derivados de la propia medicación que se nos prescribe, yo misma he sufrido una obstrucción intestinal debido al Tramadol.
Pueden pasar hasta diez años o más para que se llegue a un diagnóstico acertado
La fibromialgia fue reconocida en 1992 por la Organización Mundial de Salud (OMS) y organizaciones médicas internacionales. Como es la causa más frecuente de dolor osteomuscular generalizado y crónico, genera un círculo vicioso negativo que paulatinamente afecta a todas las áreas que desempeña la persona, incluyendo lo laboral, social y familiar, además de no ser muy bien comprendida y aún menos entendida.
Existen partes del cuerpo donde el dolor está muy localizado como la zona lumbar, cervical, hombros, rodillas, muslos, brazos etc. Y uno de sus peores enemigos es el frio, ya que con él empeoran los dolores, al igual que el estrés y la falta de sueño.
Aunque exista una predisposición genética, la enfermedad puede iniciarse tras un pico de estrés o una situación traumática, lo cual sucede también con otras enfermedades como la diabetes y el colesterol.
Lo más importante es saber hasta dónde podemos llegar con los esfuerzos y no pasarnos, debemos procurar hacer ejercicios aeróbicos, caminar, técnicas de relajación y la música y la danza son muy importantes como terapia.
En cuanto al tratamiento existen algunos fármacos para aliviar el dolor, la ansiedad, mejoría del sueño y la calidad de vida, dentro de unas medidas y observando que no nos afecte a otros órganos, ya que de momento solo son un poco experimentales hasta que se siga investigando y puedan llegar al origen de la enfermedad y como poder tratarla debidamente.
De todas formas lo más importante para combatirla, somos nosotras mismas, el poder está en la mente, no debemos olvidar que la fuerza de voluntad mueve montañas, por ello además de adaptarnos a saber convivir con el dolor, tenemos que pensar siempre en positivo, que no nos va a vencer, que nosotras podemos con todo, y cuando te sientas casi al límite, te pones un calzado muy cómodo, te vas a caminar, que te acaricie el aire en la cara, hasta donde tu consideres que puedes aguantar y con la mente en cosas agradables, veras que de vuelta a casa parece que has superado un nuevo obstáculo.
Debemos estar muy alerta a los primeros síntomas y acudir a un buen profesional, pero sobre todo no se dejar vencer, no quedarse en la cama y saber que querer es poder y estamos preparadas para luchar.
José Manuel López García