Es el término que los expertos han denominado al miedo a estar sin teléfono móvil.
Hace unos años, una encuesta arrojo un porcentaje del 53% de personas adictas al móvil, lo cual por término medio, cada usuario lo consulta unas 34 veces al día, y es especialmente preocupante entre los más jóvenes; que supone aproximadamente que el 8% de los universitarios españoles sufre nomofobia.
Los adolescentes se aburren cada vez más con las actividades habituales de ocio y se refugian en la tecnología, los adictos al móvil suelen presentar algunas características en común, como la baja autoestima, problemas con la aceptación de su propio cuerpo y déficit en habilidades sociales. Además la nomofobia se manifiesta en síntomas como la ansiedad, malestar generalizado, enfado o inquietud, sentimiento de culpa etc…
WhatsApp, Instagram, Twitter, Facebook para leer los periódicos, retocar fotos, continuos mensajes…Y todo sin levantar la vista de una pantalla de unas pulgadas al que prestamos más atención que al trabajo, los estudios y a la gente que nos rodea.
Cada vez más, las tecnologías están teniendo un papel muy influyente en nuestras vidas. El servicio que nos prestan así como las facilidades y comodidades que nos aportan, todo esto hace que se nos haga más difícil prescindir de ellas. Se conoce como Nomofobia, el miedo irracional a salir de casa sin el móvil o no llevarlo con nosotros.
Los estudios realizados en estos últimos años estiman que más del 50% de las personas usuarias del móvil son dependientes de él. Pero debemos hacer una diferencia, que su uso no es adictivo, hablamos de tener dependencia cuando su uso es excesivo, inadecuado y cuando existe una necesidad totalmente patológica de estar pendiente de él continuamente.
Tenemos que reconocer que la tecnología nos ha dado muchas ventajas en general, pero como todas las cosas en exceso no son buenas. Entre los efectos negativos de esta adicción esta la perdida de concentración en los estudios, en el propio trabajo, incluso cuando se está conduciendo un vehículo y no digamos cuando somos peatones y solo prestamos atención al móvil, sin dejar de mencionar algo tan importante como la perdida de interés en las relaciones sociales presenciales.
A diferencia de otros trastornos de adicción cuyo objetivo es de la abstinencia total de la sustancia de la que la persona se encuentra enganchado, en el caso del móvil su verdadero objetivo es hacer su uso controlado y correcto. La mayoría de estos usos problemáticos se caracteriza porque los chicos pasan muchas horas enganchados de tal forma que pueden llegar a enviar 400 y 500 mensajes al día, pero ellos mismos no consideran que pueda ser un problema porque según dicen “no hacen daño a nadie”, cuando sin darse cuenta ese exceso se transforma en dependencia, ya que solo piensan en conectarse a todas horas.
Se recomienda a los padres que retrasen lo más posible el acceso a tener un móvil, con el fin según los psicólogos, para darles tiempo a que su cerebro madure lo suficiente y pueda adquirir más capacidad crítica. Los propios padres deberíamos prohibir los móviles durante las comidas y no utilizarlo mientras se está hablando con otras personas y sobre todo debemos establecer determinadas horas de silencio.
Algunas estadísticas señalan que el 77% de los españoles padece nomofobia según los expertos en psiquiatría. Todos ellos coinciden en que la tecnología no es ni buena ni mala, el único riesgo es el uso excesivo y sin límites.
Pero para que exista una adicción también es necesario que exista un componente biológico, además de otras patologías como un problema afectivo, la hiperactividad etc.
La adicción al móvil no está reconocida como una enfermedad.
Conchi Basilio