Era un excelente hombre de Estado que se ocupaba del mejorar la situación de España.
Aunque de tendencia reformista y más bien liberal su preocupación por el bienestar de la población lo hace actual. Las medidas sociales y económicas que son necesarias para que exista una mayor igualdad económica entre todos los españoles están sin aplicar en la realidad.
No es un criterio de éxito absoluto que se baje de los cuatro millones de parados, ya que existen muchos contratos basura. Los trabajadores pobres que casi no llegan a final de mes son una realidad innegable, por desgracia en el suelo patrio. Y la temporalidad y la precariedad laboral son algo frecuente. Creo que Jovellanos propondría acciones derivadas de un profundo programa social si viviera hoy.
Jovellanos fue un pensador ilustrado que se adelantó a su tiempo en numerosos aspectos de su pensamiento. Aunque estaba inmerso en el contexto de su época supo elaborar una obra abundante y conectada con la realidad de su tiempo. Su existencia transcurre entre su nacimiento en Gijón en 1744 y su fallecimiento el 27 de noviembre de 1811.
Fue un político y escritor prominente y sus escritos han sido leídos por sus coetáneos y también por las sucesivas generaciones de lectores. Se han escrito múltiples artículos y libros, especialmente, sobre su pensamiento político y también acerca de sus propuestas reformistas. Se dedicó a la jurisprudencia, la literatura, la estética, la política y la pedagogía.
Como indica Silverio Sánchez Corredera en su tesis doctoral Jovellanos y el jovellanismo, una perspectiva filosófica: «Puede decirse que Jovellanos es un «burócrata del Estado» empeñado en el cursushonorum de la época y que, en tanto eleva y extiende su ejercicio a un nivel determinado se convierte, de hecho, en un «filósofo de Estado».
La racionalidad está muy presente en el pensamiento de Jovellanos, ya que considera que es preciso comprender la realidad con la razón. Y las soluciones a los problemas sociales y económicos también derivan de un buen uso de la racionalidad humana valorando también los sentimientos y siendo prudentes.
La filosofía jovinista no es sistemática al estilo de Kant o de Hegel que fueron sus coetáneos, porque escribe con un claro sentido pragmático y también literario en relación con lo que le ocupa en cada momento de su existencia.
Desarrolla planteamientos metafísicos desde la perspectiva del ser trascendente que a su juicio es Dios. Si bien califica, con frecuencia, a los sistemas metafísicos de delirantes. Considero que no lo son, aunque es comprensible que le parezca excesiva la jerga del lenguaje de la metafísica escolástica.
Parece ser que no se interesó mucho por el idealismo alemán de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Probablemente leyó a Kant. Su actividad intelectual fue enormemente activa y dinámica. Y sus intereses muy variados desde una perspectiva intelectual y artística.
Las cuestiones políticas y sociales deben ser ordenadas desde la perspectiva ilustrada de Jovellanos. Es algo que también es aplicable al siglo XXI. Y el ilustre pensador gijonés elabora un verdadero programa social para solucionar los graves problemas de la España dieciochesca. Se entiende que prefiera lo realmente mejor que lo óptimo inalcanzable. En este sentido también demuestra su talento pragmático y su hábil y avanzada praxis política. Jovellanos confía siempre en el progreso de la era de las luces a la que pertenece. Y frente al disfrute de las minorías lucha por la extensión del bienestar a todas las personas.
La supremacía popular o la soberanía de los ciudadanos que conforman el Estado se fundamenta también en el respeto a la ley y a la coherente y racional separación de poderes.
Jovellanos es consciente de las razones del empirismo, ya que es cierto que los conocimientos y los pensamientos derivan de las sensaciones a través de los sentidos. Pero aunque lo sensorial es lo decisivo en el proceso cognoscitivo, tal como dice Locke, el filósofo español destaca la función de la reflexión y de la razón en los procesos cognitivos.
Jovellanos es un convencido defensor de los derechos naturales e insiste también en la importancia decisiva de una sociedad política bien organizada. Puesto que todos deben poder lograr una existencia lo más placentera y feliz. Y lo dice desde planteamientos trascendentes o religiosos, que están presentes en su forma de pensar.
Ciertamente, frente a Vico no cae en el derrotismo respecto al progreso posible y deseable de la organización social y política. Y tampoco está de acuerdo con el progreso racional hegeliano o la astucia de la razón.
Plantea la necesidad de aplicar la ciencia económica que está surgiendo en su tiempo y la instrucción o formación educativa generalizada como las palancas de apoyo que conducirán al progreso efectivo y paulatino del género humano. Jovellanos piensa que se ha empezado a recorrer la senda del progreso.
Una de las grandes contribuciones de Jovellanos es su afán por investigar y buscar salidas a las perplejidades y problemas con los que tuvo que emplearse a fondo. Su racionalidad, rigurosidad, precisión y profundidad mental le impulsaron fuertemente a estar en la primera línea de la política de su época, aunque con altibajos, por causa el despotismo ilustrado y por otros motivos que están bien documentados por los especialistas e historiadores.
En este sentido sus propuestas y escritos son un ejemplo a seguir desde la atalaya del siglo de la revolución digital en el que vivimos. Y no se puede olvidar que el ejercicio de la reflexión y el análisis iban acompañados en Jovellanos por un gusto por las letras y las humanidades que es magnífico.
José Manuel López García