Ha alcanzado la inmortalidad ya en vida.
Con este artículo pretendo transmitir mi modesto homenaje a este extraordinario campeón de motociclismo.
Sus trece títulos mundiales o doce más uno como él prefería decir son un logro que parece increíble. Su desbordante entrega y pasión por las motos y la velocidad junto con su gran talento le convirtieron en uno de los mejores deportistas de todos los tiempos.
Me uno al dolor de su familia y amigos por su trágica muerte. La cruel mala suerte acabó con su existencia en un desgraciado accidente de tráfico. Aunque arriesgó su vida en los circuitos, como todos los pilotos de carreras, fue a morir, de modo absurdo, en la carretera.
Pero sus grandes gestas permanecerán en el recuerdo de todos los que disfrutamos de sus victorias en las carreras. Aunque de origen humilde supo con voluntad y tenacidad llegar a triunfar y lograr lo que nadie consiguió en el mundo de la competición, con su prodigioso dominio de la moto.
Su calidad como persona es reconocida por los que lo trataron a lo largo de su vida. Su labor como comentarista también fue espléndida. Nos da un ejemplo con su actividad y su dinamismo. La Casa Real y las altas instituciones del Estado y la clase política han dado su pésame a la familia de Ángel Nieto junto con otros grandes deportistas, etc.
Pero su fallecimiento es también un duro golpe para España y los españoles que sienten que uno de sus referentes más queridos y apreciados nos ha dejado físicamente, aunque también es cierto que no desaparecerá de nuestros recuerdos.
Ahora, una vez muerto, se agrandará aún más, si cabe, su leyenda.
Su trayectoria puede servir de ejemplo de lo que se puede conseguir con ganas, trabajo, dedicación y con una gran capacidad para el pilotaje. Ángel Nieto fue a por todas. No se conformó con la mediocridad, ya que aspiró a lo máximo y lo logró. Esa es la mejor filosofía de vida que se puede tener, a mi juicio.
Y en este sentido sirve de modelo de lo que es la búsqueda de la excelencia en la actividad a la que se dedica cada persona. Sacar lo mejor de sí mismo es lo que hizo Ángel Nieto. Algo que no le impidió disfrutar y divertirse con lo que hacía, puesto que las motos eran su vida.
No pasó su existencia sin pena ni gloria. Al contrario, puso toda la carne en el asador para lograr ser un símbolo del mundo de la moto y así ha sido. Quiso pagar el tributo del esfuerzo, y los resultados han sido inmensos. Podría haber sido menos ambicioso, pero se la jugó al todo por el todo. Aspiró a lo máximo.
Esa es la mentalidad que debe tener, en mi opinión, toda persona. Y todo esto es perfectamente compatible con un goce prudente de la propia vida y del ocio y el descanso. Eso es lo grande. En el caso de Ángel Nieto el mundo de la moto era su ocupación y diversión a la vez. Descanse en paz por siempre y mi más sentido pésame a su familia y amigos.
José Manuel López García