Inicialmente era un termino jurídico, que se refería a una acusación, argumento o testimonio infundado o falso, vertido con la intención de engañar, manipular o embrollar. Mentira, patraña o noticia falsa, generalmente tendenciosa o urdida para lograr algún fin, incluso noticia maliciosa o negativa, incluso calumniosa. Acusación carente de fundamento.
Todo esto es utilizado casi siempre por personas que presuponen las cosas sin tener una información cierta, sobre todo cuando ni tan siquiera preguntan directamente a la persona en cuestión, llegando al límite de creerse sus propias mentiras, algo que sucede por desgracia en esta sociedad en que vivimos, en la que circulan multitud de infundios, malos entendidos que dan lugar a presuposiciones que también son erróneas, dado que la mayoría de la gente habla o actúa sin pleno conocimiento de las cosas.
Esto es algo que perjudica notablemente a las personas que se sienten heridas en su honor y su imagen personal, que está amparado por la Constitución española, por ello hay que extremar la precaución y la prudencia, ya que muchas personas no saben lo que significa ser prudente y dicen cosas totalmente falsas, llevan a cabo acciones sin saber ni preguntar la realidad de los hechos, algo muy frecuente incluso en el propio seno de la familia.
Todas estas actuaciones, con simples suposiciones o falsas noticias pueden desencadenar problemas muy graves para algunas personas, simplemente por no averiguar la verdad de los hechos y simplemente presuponer lo que les cuentan terceras personas; incluso pueden llegar a arruinar la vida de una persona, que lleva toda su existencia trabajando y cuidando de los demás, sin esperar nada a cambio.
Porque es muy fácil recoger los frutos cuando no se ha cultivado el terreno, algo que suele pasar, cuando solo se basan en infundios, mentiras o suposiciones falsas, sin hablar ni contrastar fehacientemente la verdad de los hechos. Algo que pasa muy a menudo y sobre manera en las propias familias, por el único afán de posesión, o simplemente hacer el mal hacia la otra persona, sin ni tan siquiera hablar directamente con quien ha sufrido la desgracia, se limitan solo a hablar o actuar sobre lo que les han contado, aquí llegamos al “infundio”, que puede llegar a limites extremos para quien lo sufre, en silencio casi siempre.
Hasta el extremo que, si la persona perjudicada dice algo, es entonces cuando se hacen las victimas y por si fuera poco culpan a quien le hicieron daño; a esto se le llama ser mala persona con extrema avaricia.
Conchi Basilio