Puede parecer un título sorprendente, pero no lo es. Estamos asistiendo a una disminución creciente de la capacidad de atención en muchas personas. El hábito de la lectura reposada de libros se está perdiendo en una parte de la población y esto es una realidad innegable. Se percibe la infravaloración del conocimiento en la sociedad actual. No se valora a las personas que tienen muchos conocimientos. Mucha gente solo quiere disfrutar de las comodidades materiales y se conforma con una vida basada en cuatro cosas, que son la expresión de un mundo superficial y aparentemente divertido.
Si se quiere una existencia profunda y rica, en todos los sentidos, la atención es una condición imprescindible. Lo que presupone estar presente en lo que se está haciendo. Y esto es aplicable a todo. Vivimos en la sociedad de la distracción continua y eso produce efectos indeseados. Las personas distraídas deben reflexionar sobre las causas de sus distracciones. Entre las mismas se pueden destacar: la débil voluntad, la falta de léxico o vocabulario y de actividad mental. También influyen negativamente en el proceso atencional los ambientes demasiado cómodos y otros aspectos.
Sin una adecuada capacidad de selección de los estímulos, la vida se convierte en algo caótico. En la enseñanza uno de los problemas fundamentales es la falta de atención de una parte de los estudiantes a lo que explican los profesores. Si a esto se añade una comprensión lectora que deja mucho que desear, los problemas de aprendizaje aumentan. También si falta el hábito lector y de estudio, algo que está directamente relacionado con un bajo nivel de concentración o de atención en lo que se estudia o escucha.
La atención en el trabajo intelectual requiere concentración, es decir, estar inmerso en la tarea que se está realizando de forma exclusiva, sin interferencias y distracciones. La proyección del foco atencional en lo central que se quiere conocer y analizar es crucial en el estudio, el trabajo o en las actividades de investigación. También es necesaria la constancia y la firmeza, para centrarse en lo esencial y no perder la atención. Todo esto supone que el interés y la curiosidad estén presentes, de forma activa, en el estilo de vida de las personas. Cada vez se distrae más la gente al escuchar conferencias y esto puede ser por la falta de interés de los asistentes en el tema que se está tratando o por otras razones o causas.
Los sonidos y las palabras del conferenciante alcanzan los oídos de los espectadores, pero una parte de los mismos no las escuchan, porque se distraen o no prestan atención.
Simplemente, pueden estar pensando en sus cosas mientras escuchan, con lo que dispersan su concentración o atención y no se enteran del contenido expresado en la conferencia. Sin embargo, es posible detener las distracciones con la voluntad consciente y atender a las explicaciones de clases o conferencias. Es evidente que no podemos atender a varias cosas a la vez, con un rendimiento cognitivo adecuado. No se puede considerar que un proceso automático como conducir un automóvil es similar a hablar. El conversar es un proceso consciente y no es automático. La atención es el aspecto selectivo de la percepción que da significación a las palabras y a lo que vemos y oímos.
La educación debe potenciar la formación de la atención, ya desde la infancia. Se debe enseñar que existen espacios de tiempo, en los que es preciso estar más atentos y otros en que no es necesario. Lo que no se puede es mezclar la superficialidad con las cuestiones serias y es esto lo que es la constante de la vida digital en la que ya estamos inmersos. La atención debe ser mayor y más intensa a lo largo de cada día, en las situaciones que así lo demandan. Esto es combinable con periodos de relajamiento y de diversión. Lo que no es racional es que todo esté mezclado y disperso y sea lo mismo leer un libro o atender a una clase o conferencia que estar bailando o practicando deporte. Y parece que la tendencia es que da todo igual en la era digital, en una parte de la gente. Casi todo parece ser devorado por las imágenes y por la atención fragmentada y superficial a lo que nos rodea a través de las pantallas. Y esto no tiene que ser así. De hecho no lo es para una parte de las personas, que son conscientes de la extraordinaria significación de la lectura y la escritura como herramientas de conocimiento, comunicación y cultura. Lo que pone de manifiesto la necesidad de un reforzamiento de los niveles de atención y un cambio en los modelos de vida. Si se quiere una vida más profunda, rica y extensa. Como escribió Umberto Eco leer libros es como vivir 5.000 años en una sola vida. Ver video
José Manuel López García