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José Manuel López García
Punto de Vista

Cultura escrita

28-03-2025

La cultura visual domina la vida social y también la esfera pública actualmente, en el mundo de la globalización. La imagen lo domina todo, porque estamos inmersos en lo audiovisual y digital. Lo que no significa que se pueda despreciar el lenguaje escrito, como algo del pasado que ya está superado, por las costumbres de los nuevos tiempos. Es absolutamente necesario preservar la profundidad del pensamiento analítico y de la abstracción. No en vano, las sentencias judiciales, por ejemplo, y los sumarios de los procesos son plasmados en negro sobre blanco, ya que la forma escrita es la que garantiza la rigurosidad, propiciando las argumentaciones basadas en razones profundas y en la lógica del lenguaje jurídico. Frente a la volatilidad de la oralidad o del habla, la permanencia de los escritos es una alternativa muy valiosa, que se puede considerar imprescindible. Se puede pensar en todo tipo de contratos que se ponen por escrito, como forma de garantizar los derechos y obligaciones de las personas y de las entidades. La alfabetización visual también es necesaria, pero lo es más todavía, a mi juicio, la textual y también el saber razonar y argumentar de modo coherente, sin falacias o razonamientos engañosos. Algo que es frecuente en una sociedad que es muy relativista y que se basa en la subjetividad y lo emocional, en vez de en la racionalidad, y en la que parece que todo vale. 

No se debe perder la capacidad de pensar críticamente y con la cultura visual o de la imagen se está abandonando el análisis y la objetividad, en favor de las emociones y la espectacularización de la realidad. Esto es un craso error, de una considerable parte de la sociedad. No se puede reducir la necesidad de los procesos de abstracción. McLuhan afirmó que la cultura visual modificó la percepción del tiempo y del espacio. Lo que se traduce en una infravaloración de lo escrito, frente a las imágenes. Es cierto que en el mundo de la imagen se accede a una cultura más intuitiva y emocional, pero esto no significa que el análisis y la abstracción sean cosa del pasado, todo lo contrario. De hecho, la escritura es una de las invenciones más trascendentales de la humanidad. Aunque es cierto que Sócrates criticó su impacto en la memoria y en la interacción dialéctica o en las conversaciones y debates, esto no supone que el lenguaje escrito no sea esencial, para el conocimiento de cualquier saber. El mismo Platón escribió que lo escrito es el fármaco de la memoria, aunque reconocía que el arte de hablar y argumentar era primordial, por la facilidad que proporcionaba para ser creativo, en el ámbito de las ideas y de la creación literaria. Las estructuras mentales empleadas en la comprensión y creación de lo escrito y en lo visual son claramente diferentes. 

Se percibe una considerable tensión entre la cultura visual y escrita. Ambas pueden convivir perfectamente. El problema es que ya se observa la tendencia generalizada, por una parte de la sociedad, a considerar que las razones profundas y las argumentaciones precisas e irrebatibles no son válidas y, en cambio, se valoran planteamientos muy superficiales basados en muchas situaciones de habla, que responden a sesgos interpretativos o cognitivos falsos o irracionales y a falsas ideas y sofismas. Se puede encontrar un equilibrio, que permita aprovechar las fortalezas de ambas formas de cultura. 

No se sostiene, que la comunicación tenga que basarse en procesos fundamentados en la emoción y los sentimientos, de modo exclusivo, ya que no se puede desplazar el discurso racional y argumentativo que es imprescindible, por numerosas razones y motivos. Se pueden utilizar las emociones al hablar, pero la lógica no es prescindible en el uso del lenguaje. Lo espectacular está presente, por todos lados, en la cultura visual actual, en pleno siglo XXI. Pero, no hay que olvidar que la educación formal está realmente basada en la lectura y la escritura y no en las imágenes, aunque también son importantes. Los textos escritos siguen siendo los principales vehículos del conocimiento y la autoridad intelectual, incluso en el siglo XXI. 

Es cierto que los niveles de lectura han bajado de forma enorme, ya que, aproximadamente, la mitad de la población española nunca ha leído un libro. Es un dato demoledor. Parece que, en bastantes hogares, ya no se tiene la costumbre de tener biblioteca, porque no se considera necesaria y útil. No todo está en Internet. Además, la lectura mejora y aumenta la inteligencia y la memoria y potencia la imaginación. 

Parece que en la actualidad el saber queda en un segundo o tercer término frente al poder del dinero, de la imagen y la belleza. El resto está como en un segundo plano, sin interés. Es el resultado de una interpretación de la realidad que se basa en lo emocional, inmediato y fácil, frente a lo difícil y exigente que está mal visto o considerado. Es la cultura de lo sencillo y la negación del valor del esfuerzo apasionado y creativo. Ver video

José Manuel López García


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