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José Manuel López García
Conchi Basilio
Cartas al Director
Punto de Vista

Filosofía cristiana

25-04-2025

El cristianismo posee una influencia filosófica derivada del platonismo y el aristotelismo y también del neoplatonismo. Si pensamos, por ejemplo, en teólogos y filósofos de la categoría de San Agustín y Santo Tomás de Aquino. La doctrina cristiana se expresa además como la manifestación de la inquietud del corazón humano o, lo que es lo mismo, como señal de su vocación al infinito. El deseo de seguir viviendo para siempre, sin límite temporal es una de las actitudes, que forman parte de la esencia de la naturaleza humana, a través de los tiempos. El amor que predica Jesús de Nazaret es el fundamento ontológico y a la vez el criterio ético de los comportamientos de las personas, desde la perspectiva cristiana. El tiempo es una de las preocupaciones de los primeros teólogos y Padres de la Iglesia. Incluso San Agustín dice que, si le preguntan sobre la esencia del tiempo: “Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé”. De todos modos, la conciencia es la que siente el tiempo subjetivamente y la que lo mide objetivamente. En cualquier caso, es evidente que el transcurso del tiempo da origen a la creación de una filosofía del tiempo basada en la conciencia, desde planteamientos teológicos. 

La religión cristiana es una reafirmación de los deseos humanos y del amor y la compasión, como forma de elevación a lo divino. El cristianismo busca la renovación del interior de las mentes humanas, porque, si se produce, sería la manera de mejorar la existencia y la convivencia, en todos los aspectos. En cierto modo, es la fusión o integración de lo eterno con lo temporal, lo divino con lo humano y lo trascendente con lo inmanente. Es un holismo ontológico o planteamiento totalizante, que recuerda al panteísmo, aunque sea de forma relativa, si se considera el personalismo de los símbolos cristianos con un dios personal. Esto se contrapone al espinosismo panteísta, que identifica de modo absoluto a la divinidad con la naturaleza. La dignidad es uno de los grandes valores éticos, que está presente en los planteamientos religiosos de la enseñanza cristiana, desde una consideración ontológica de lo que se entiende por digno, en relación con la existencia de cada persona. El ser humano posee un valor absoluto y no tiene precio. El catolicismo también ha puesto de relieve dimensión relacional de la vida, ya que las personas desarrollan su existencia también desde las relaciones sociales. Es algo similar a lo que decía Aristóteles, los sujetos son seres sociales, políticos, porque somos gregarios en el fondo de nuestro ser más profundo. Lo que también se puede entender si se piensa en la filosofía personalista del siglo XX: Mounier, Maritain, Gabriel Marcel, Martin Buber, etc. 

El filósofo Xavier Zubiri aunque no se identificó, de forma explícita, con el personalismo, se puede afirmar que, a lo largo de su ingente producción filosófica, mostró en su pensamiento una concepción de la persona, como una realidad radicalmente autónoma, y sobre todo abierta a la realidad. El cristianismo se distingue, por ser una especie de ética de la gratuidad y la igualdad, a través de la compasión y la fraternidad. La realización del bien no puede ser justificada desde una perspectiva utilitarista o kantiana, si se analiza lo que plantea la doctrina religiosa. Aunque se puede argumentar que, la identificación entre los valores éticos y los religiosos que establece Kant es, una forma clara de trazar una equivalencia como reglas de conducta. Se pretende una transformación del corazón humano, desde el interior. Existen distintas interpretaciones de lo que significa o representa el Reino de Dios que predica Jesús de Nazaret. Puede entenderse desde un enfoque trascendente, que no está en este mundo empírico o material o también como una forma de presencia espiritual, que se nota o expresa donde hay justicia, verdad y amor. Las dos son vías complementarias, si se convierten en una realidad efectiva y experimentable, a nivel material o espiritual. 

El tiempo se puede interpretar como la esencia de la vida y en este preciso sentido, es algo cargado de eternidad, al menos desde la memoria o la intelección, de alguna forma. Es un enfoque metafísico que coincide, en cierto sentido, con la eternidad de la formas o ideas perfectas plasmadas por Platón en el mundo inteligible frente al sensible que es imperfecto, transitorio y fugaz. La religión cristiana es una exaltación entusiasta de la glorificación del cuerpo humano, que no está destinado a la corrupción eterna. Es, por tanto, una ontología o análisis de la realidad del ser del cuerpo profundamente afirmativa. 

La libertad es otro de los grandes principios filosóficos del cristianismo. El amor y la verdad son integrables en una vida cristiana, porque el bien es la manifestación del afecto, la fraternidad y la solidaridad. De todas formas, el misterio forma parte indisoluble de las creencias religiosas, al igual que también de la vida de las personas que son ateas o agnósticas, sobre todo, si se piensa desde la antropología filosófica.

José Manuel López García


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