La escritura es un acontecimiento ontológico o, lo que es lo mismo, una expresión de realidades y a la vez es una forma de fijar el pensamiento, el conocimiento, las sensaciones, las emociones, etc. También es una especie de archivo de la memoria, con todo lo que eso supone. En realidad, como se sabe ya desde la antigüedad es una extensión del lenguaje hablado. Además, es una forma de ser en el mundo. Cada escritor, a través de la observación de la realidad y de su inteligencia es capaz de analizar, comprender el mundo de la vida y recrear e interpretar la complejidad de la existencia, con una expresividad que puede alcanzar lo sublime. No solo en el ámbito de la literatura también desde la teorización, con los tratados filosóficos y los ensayos. Escribió Derrida, que es en la escritura donde el pensamiento se forma y es cierto, aunque se constituye también en la propia capacidad reflexiva de los sujetos pensantes, aunque no lo plasmen por escrito. Desde el planteamiento heideggeriano se puede afirmar que es una forma de ser ahí, un modo de situarse en el mundo mediante signos. Al escribir nos arrojamos hacia lo otro y manifestamos lo que pensamos, sentimos de una forma que está proyectada en ideas y también en las novelas en personajes, escenas y situaciones.
La ficción también es una representación de lo real, con el poder de la imaginación del novelista y la prueba está en los grandes escritores, a lo largo de la historia de la literatura universal: Dante, Goethe, Walter Scott, Balzac, Dickens, Dostoievski, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Stevenson, y un larguísimo etcétera. Crearon nuevas situaciones y tramas realmente admirables tomando como base de sus ficciones, lo que sucedía en la sociedad de su tiempo. Además, la naturaleza humana, permanece inmutable con el transcurso de los siglos. Lo que sirve para la creación de personajes, que atraen la atención de los lectores, independientemente de la época, puesto que son atemporales. La acción de escribir es también una forma de presencia diferida, ya que nos hace estar cuando ya no estemos. Y a la vez es un modo de estar en el presente vivido. Michel Foucault dice que es la propia escritura, la que constituye esa instancia llamada autor. Por supuesto, ya que si no se escribe no se puede ser escritor, y es una actividad muy enriquecedora para los autores, aunque también es exigente, porque requiere dedicación y constancia. Es también la escritura una forma de llenar la existencia fijando lo fugaz, para que no caiga en el olvido y es también una acción que perpetúa lo que se desvanece, es una grabación o impresión de palabras escritas en el papel o en el soporte digital, para el mundo actual y la posteridad.
Es evidente que aunque no sea un propósito explícito de los escritores, toda escritura es un acto contra la muerte, contra la desaparición. San Agustín en sus Confesiones experimenta la escritura, como un acto de salvación del alma. Para él escribir es hablar con Dios, es ordenar la propia existencia ante lo eterno. La escritura puede transmitir la verdad, por medio de los ensayos, los tratados, los diálogos y también con la poesía, la historia, las ciencias e incluso con las novelas, que tratan de la describible realidad de las costumbres humanas. Además, escribir es el acto de libertad por excelencia. Al ser escritor, todo es posible, ya que todo se puede plasmar en las páginas de infinitas formas diferentes, en cuanto al estilo, la disposición y estructura de las partes de cada libro o artículo.
También es cierto, como decía el genial compositor e intérprete Juan Sebastián Bach, que todo en la música depende de la invención y sobre todo de la combinación de sonidos que conforman las sinfonías. Algo similar sucede en la creación de los autores, que es un arte combinatorio de palabras y frases. Porque todos los creadores parten de la cultura y la sociedad en la que nacen y se forman. Ciertamente, la escritura es también una técnica, un oficio que se aprende y a la vez un arte. Se aprende a escribir mejor con la práctica o sea escribiendo y cuanto más mejor. La lectura es otro de los medios indispensables, para mejorar la calidad de lo que se escribe y también son positivos los modelos de los grandes artistas de la palabra, los grandes escritores y filósofos.
La filosofía siempre ha estado unida a la actividad de escribir de una forma absoluta. Todos los filósofos son escritores. Se puede pensar en Sócrates que aparentemente no dejó nada escrito que se sepa, pero Platón puso por escrito sus ideas en sus diálogos, con lo que su pensamiento se transmitió. La enseñanza también se basa en la escritura, si se considera que los libros de texto o los apuntes de los profesores son una herramienta excelente, para que los alumnos puedan aprender con más facilidad y seguridad. En el ámbito del derecho lo escrito tiene la palabra. Ver video
José Manuel López García