El gran filósofo norteamericano Noam Chomsky nacido en 1928, además de un gran lingüista es un extraordinario filósofo político. Es conocido mundialmente como una figura crítica contra las injusticias, y el neoliberalismo capitalista salvaje. Su pensamiento político parte de una idea central: donde se concentra demasiado poder económico y mediático surge la injusticia, y se reduce la libertad humana real. A su juicio, la pobreza en todo el mundo y también la existente en los países desarrollados deriva, directamente, de la falta de límites del poder económico de las grandes empresas, que solo piensan en sus ingentes beneficios, y no en las necesidades de la población. Chomsky llama a estos núcleos de poder: poderes fácticos o de hecho. Desde este planteamiento la política puede hacer poco, para que no haya bolsas de pobreza de millones de personas en todos los países, y que esté disminuyendo el número de ciudadanos que están en la clase media. Para Chomsky, la fuerza dominante de estos poderes en el mundo actual son las grandes corporaciones transnacionales, el sector financiero global, y las élites político-económicas que actúan junto a ellas. Los oligopolios, dice Chomsky, controlan precios, recursos, trabajo y política pública. El resultado es desastroso, con un coste social y humano elevado. Millones de personas con empleos precarios en cada país, salarios que no cubren las necesidades básicas, y políticas públicas incapaces de compensar la desigualdad económica creciente.
Chomsky lo resume de este modo: “El poder privado es una dictadura invisible”. También afirma que la democracia está debilitada, porque los representantes políticos acaban trabajando directa o indirectamente para quienes financian sus campañas electorales, en vez de para la población general. Además, los medios de comunicación filtran la realidad para que el sistema neoliberal capitalista parezca natural, necesario e inevitable. Es entendible que un escritor y periodista español muy conocido, como es Juan José Millás, diga en una entrevista que los poderes fácticos son los que pueden parar el deterioro y el aumento de la desigualdad, que ellos mismos están permitiendo. Es una tendencia imparable, desde 2007 para la mayoría todo va a peor. ¿Hasta dónde las grandes empresas van a permitir este deterioro? Que los jóvenes no puedan acceder a una vivienda, a los grandes empresarios les da igual. Que no puedan tener hijos, por la precariedad laboral y los bajos sueldos, no les importa. Lo único que les vale es ganar cantidades ingentes de dinero, lo demás no les preocupa. La tesis de Millás es que las clases medias están desapareciendo, y que los políticos no pueden hacer nada.
Y la gran pregunta que plantea es: ¿Existe un límite para los poderes fácticos en el deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de los ciudadanos? Me parece que no. A no ser que la ciudadanía se movilice para exigir que, por ejemplo, no haya trabajadores pobres, por cobrar sueldos muy bajos.
Chomsky se pregunta por qué mucha gente no puede vivir dignamente. Por causa de salarios desconectados de la productividad. Mientras esta crece, los salarios se estancan. La precarización planificada es otra de las lacras. Además, está la privatización de servicios esenciales que se mercantilizan y dejan de ser derechos pasando a ser fuentes de beneficios, y esto encarece la vida cotidiana. Se puede pensar en la privatización de la Sanidad en España. Al final, el dinero fluye hacia arriba, y no hacia quienes trabajan. Chomsky insiste en que no es una injusticia aislada: es estructural. El sistema capitalista está diseñado para maximizar los beneficios privados que crecen en proporción a la reducción de derechos, salarios y protección social. De este modo, la precariedad de la mayoría es, sin duda, un subproducto inevitable. Por tanto, no es algo accidental que los gobiernos no puedan regular, de manera efectiva, la economía.
La alternativa de Chomsky es clara: democracia real, y control social del poder. Lo que se debe hacer es fortalecer sindicatos y cooperativas, regular firmemente a las grandes corporaciones, garantizar los derechos sociales universales, y fomentar una participación ciudadana activa. Su conclusión es contundente: cuando los poderes fácticos: económicos, financieros y mediáticos acumulan demasiado poder, la mayoría de la gente pierde capacidad de vivir dignamente. Es un intento, por parte de Chomsky, de que la gente despierte y actúe. Si las estructuras injustas han sido construidas por decisiones humanas, es evidente que también pueden ser transformadas por otras decisiones.
Es cierto que la dignidad humana no depende solo de discursos. La clave son los hechos, las acciones que cambian la realidad de las cosas y de la estructura de la sociedad. Los políticos deben atreverse a forjar de verdad un auténtico Estado del Bienestar para todos, con las medidas, leyes y decisiones que sean necesarias para lograrlo. De lo contrario, la situación económica irá a peor. En la era digital la productividad con la Inteligencia Artificial aumentará prodigiosamente. Es necesario aprovechar esto en beneficio de todos los ciudadanos. El pensamiento crítico es otra de las claves que sirven para la transformación del estado de cosas actual. Ver video
José Manuel López García