EFE | No ha podido ser. La fusión entre BBVA y Sabadell que ambas entidades
llevaban perfilando dos semanas y que hubiera creado el segundo grupo
financiero español ha fracasado finalmente por cuestiones de dinero y
poder, no necesariamente en ese orden.
Ambas entidades comunicaron esta madrugada al supervisor del
mercado español, la CNMV, que daban por finalizadas las negociaciones
que mantenían para su fusión, debido, precisaba el Sabadell, a
diferencias en torno a la ecuación de canje accionarial entre ambas,
estrechamente unido al reparto de poder.
Las reacciones no se han hecho esperar, y, poco después del
mediodía, el mercado "castigaba al Sabadell con la mayor caída del IBEX
(12,33 %) y "premiaba" a BBVA con la mayor subida, un 2,33 %.
Desde el Gobierno, la ministra de Industria, Turismo y Comercio,
Reyes Maroto, no se ha mojado tanto como los inversores y se ha
limitado a señalar que es "muy importante que España cuente con un
sistema financiero solvente", precisamente lo que buscan las uniones y
que es algo que no pasaba en la anterior crisis, en 2008.
Hasta hoy mismo, la operación parecía avanzar a buen ritmo y,
según los acuerdos preliminares alcanzados a principios de la semana, la
presidencia ejecutiva del futuro grupo quedaría en manos de Carlos
Torres Vila, que ya ocupa ese puesto en BBVA, y la vicepresidencia no
ejecutiva sería para Josep Oliu, el presidente del Sabadell.
Y ahí podría estar, precisamente, una parte del problema, pues,
según diversas fuentes consultadas, Oliu querría plantear una
copresidencia del grupo con Torres Vila y este no estaría dispuesto a
ceder ni un milímetro. "Sabadell quería obtener más de lo que aporta",
explican.
Además, tanto el BBVA como el Sabadell tienen una larga
trayectoria y una amplia experiencia en fusiones, siempre mandando
ellos, por lo que es poco probable que Oliu y su consejero delegado,
Jaime Guardiola, se encontraran cómodos siendo esta vez los
"conquistados".
En cualquier caso, lo cierto es que BBVA, que sólo admite
diferencias económicas como motivo de la ruptura, no ha tenido prisa en
ningún momento desde que se anunció, hace casi dos semanas, que
efectivamente mantenían conversaciones, algo que era poco menos que un
clamor en el mercado.
BBVA había anunciado ese mismo día la venta de su filial
estadounidense BBVA USA, por 9.700 millones de euros, lo que le
proporcionaría un excedente de capital de 300 puntos básicos, unos 8.500
millones de euros, que aportarían al banco "flexibilidad estratégica"
para invertir, lo que el mercado interpretó inmediatamente como un
proyecto de compra.
¿Y qué se podía comprar en un mercado cada vez más pequeño, con
varios proyectos de unión en marcha, entre ellos CaixaBank-Bankia y
Unicaja-Liberbank? la opción estaba clara: el Banco Sabadell,
protagonista de todas las quinielas.
Pero lo cierto es que BBVA no tenía, o no parecía tener,
necesidad de invertir ese exceso de capital procedente de la venta de
BBVA USA, que ni siquiera estaría en su balance hasta que se cerrara la
venta el año que viene, y parecía decantarse por mejorar el dividendo en
cuanto el BCE levantara el veto, en 2021.
También es cierto que desde que un día después de confirmar las
negociaciones, el consejero delegado de BBVA, Onur Genç, aclaró que la
entidad no estaba "obligada" a hacer compras en España, aunque eso no le
impedía analizar oportunidades, entre ellas el Sabadell.
Ahora, el Banco Sabadell se plantea seguir adelante en solitario
y se propone desarrollar un nuevo plan de negocio que priorizará el
mercado doméstico, con lo que incluso podría estudiar desprenderse de
TSB, su filial británica, que le ha dado más de un quebradero de cabeza
estos años, como su adaptación tecnológica.
Pero los problemas no han terminado para el banco catalán, uno
de los más potentes en el mercado español en el negocio de empresas, que
es precisamente uno de los que más van a sufrir cuando se terminen las
ayudas y haya que repagar los créditos ICO, creen los analistas
consultados.
La fusión hubiera generado un grupo financiero con más de 950.000
millones de euros en activos y un tamaño en España muy similar al que
tendría la unión de CaixaBank y Bankia.