EFE | Los
primeros presupuestos del Gobierno de coalición van a salir adelante
con unas alianzas fraguadas durante meses y tras un proceso que ha
alternado las negociaciones discretas con golpes de efecto mediáticos y
que ha acabado fortaleciendo al bloque de la investidura. Ha sido también una batalla por ganar el relato -de unos y otros
intentando explicar por qué negociaban o no, y cuándo lo hacían- que ha
concluido, además, con la salida definitiva de Ciudadanos de la
ecuación.
Las cuentas tienen ahora que pasar por el Senado y queda aún un mes
para que queden aprobadas definitivamente, pero Pedro Sánchez y su
Ejecutivo pueden respirar ya tranquilos por el éxito de unas
negociaciones en las que el PSOE ha llevado la voz cantante aunque
también ha sido clave el papel de Podemos. No han faltado los
encontronazos entre los dos partidos de la coalición, y ambos se
adjudican el logro de sacar adelante los presupuestos con los que
afrontar la tremenda crisis que ha traído la pandemia.
En toda negociación siempre hay momentos para la discreción y momentos para la publicidad. No han faltado los momentos duros, como cuando en la presentación del
proyecto de ley la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunciaba
una subida a la fiscalidad del diésel. Aquello de repente minó la
confianza del PNV, que ya había advertido a la ministra, en
conversaciones previas, su rechazo a la medida.
Pero el "socio
preferente", como así lo llama siempre el Gobierno, continuó con las
negociaciones discretas y acabó gestando un acuerdo con el que ha
logrado reivindicaciones históricas como la de enajenar los cuarteles de
Loyola para que el consistorio de San Sebastián pueda construir allí
viviendas. En cuanto a la negociación con Esquerra ha sido también
discreta, pero este partido, al mismo tiempo, ha puesto mucho de su
parte en la presión de los vetos cruzados al insistir en todo momento,
sobre todo por boca de su portavoz, Gabriel Rufián, que era imposible
pactar con ellos y con Ciudadanos al mismo tiempo.
Una presión que en cualquier caso venía ya de una parte del Gobierno, la formada por Podemos.
Y
también hubo trabajo previo con Ciudadanos. En el partido naranja
aseguran que negociaron desde antes de que se presentara el proyecto, de
forma "seria y discreta", y lo siguieron haciendo hasta que el partido
naranja decidió salir. Y frente al diálogo
silencioso, el ruido y algunas fotos. Encuentros públicos, declaraciones
de impacto o anuncios inesperados que han servido a distintos objetivos
en las estrategias negociadoras.
Un ejemplo. A principios de
noviembre, ERC y el PSOE estaban ya en conversaciones aunque no se
habían dejado ver, así que acordaron tener una reunión pública para
visibilizar su diálogo.
Era la única que se iba a celebrar ese 5
de noviembre, pero el Gobierno decidió buscar una imagen más plural y la
noche antes se apresuró a convocar a los portavoces de otros partidos
dispuestos a negociar entre los que además de ERC estaba también EH
Bildu, como estaba, igualmente, Ciudadanos.
Sólo el PNV dio
plantón -dijo que no acudía a una reunión sólo por la foto- a aquella
ronda en la que estuvieron, por parte del Gobierno tanto PSOE como
Podemos, representados en la ministra responsable del presupuesto, María
Jesús Montero, y el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho
Álvarez. Antes de aquello, hubo otro momento significativo
mediáticamente. El 16 de septiembre, mientras la vicepresidenta primera,
Carmen Calvo, mantenía una ronda de contactos con partidos para
tantearlos de cara a los presupuestos, el vicepresidente segundo, Pablo
Iglesias, mantenía sendos encuentros con ERC y EH Bildu para dejar
claras sus preferencias.
Pero ha habido
además golpes de efecto que han ayudado -junto con la negociación pura y
dura- a terminar de inclinar la balanza del lado del bloque de la
investidura. Uno de ellos fue sin duda el anuncio de Arnaldo Otegi
de que EH Bildu apoyaría los presupuestos cuando ni siquiera había
acuerdo concretado y las enmiendas no se habían empezado a debatir ni
negociar.
EH Bildu se colocaba así en lugar destacado en el tablero de juego y lo hacía antes incluso de que el PNV anunciase su pacto.
Casi al mismo tiempo Iglesias agradecía pública y notoriamente el
apoyo de la formación abertzale, subrayando su "responsabilidad y
compromiso" con las políticas de izquierdas, en otro claro mensaje a
Ciudadanos para que renunciase a estar en la suma. Clave ha sido
también la enmienda para paralizar los desahucios que firmaron Podemos,
EH Bildu y ERC, entre otras cosas para presionar al PSOE -que ha acabado
accediendo a la medida, aunque fuera del texto presupuestario y durante
menos tiempo- y que provocó nuevas tensiones internas en el Gobierno de
coalición.
Y el broche lo puso Gabriel Rufián anunciando, con el
acuerdo de Esquerra, la medida que mayor rechazo ha provocado por la
derecha: la promesa de la armonización fiscal para impuestos como
patrimonio y sociedades para acabar con el "dumping" de Madrid, que
tiene bonificados estos tributos. Aunque
Podemos insista en subrayar su influencia sobre los acuerdos con ERC y
Bildu, ambos partidos han destacado siempre su diálogo directo con el
Gobierno y los socialistas, que son los que han dirigido las
negociaciones en el Congreso en las últimas semanas.
Fuentes de la formación abertzale, por ejemplo, recalcaban que se ha
hablado con diferentes interlocutores y ha habido también contacto
"fluido y constante" con el Ministerio de Hacienda.
Un detalle en
el que coinciden todos los partidos consultados por Efe, no sólo los
determinantes con su voto sino también otros como Más País o Compromís,
que aseguran haber tenido y seguir teniendo interlocución en todo
momento con la ministra Montero y su departamento.
Subrayan además, la mayoría de las formaciones, que el papel de negociador principal lo han tenido los socialistas.
Montero
ha liderado estas negociaciones junto a la portavoz socialista, Adriana
Lastra, quien también ha estado en contacto permanente con todos los
partidos dispuestos a pactar. Junto a ellas han trabajado el secretario general del grupo, Rafael
Simancas, y el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños. Y
no ha faltado la colaboración de otros miembros del Ejecutivo cuando ha
hecho falta, como fue el caso de la titular de Defensa, Margarita
Robles, concretando con Aitor Esteban el acuerdo sobre el cuartel de
Loyola.
En Podemos insisten, en cualquier caso,
en que han sido los compromisos en materias sociales y económicas como
la medida antidesahucios como se ha acabado logrando el apoyo de EH
Bildu y ERC. Y celebran sobre todo haber conseguido que Ciudadanos
saliese del acuerdo presupuestario. Ocurrió, finalmente, el pasado jueves, nada más finalizar la Comisión
que debatió las enmiendas presupuestarias y cuando ya era un hecho el
acuerdo con ERC y EH Bildu: Inés Arrimadas anunciaba el no definitivo de
su partido a las cuentas al ver que Sánchez ha acabado optando por
"coger la mano de Otegi y Junqueras".
Para Podemos, en cualquier
caso, la victoria es completa no sólo porque considera que se vuelve a
colocar a Cs en la derecha, en la "foto de Colón" junto al PP y Vox,
sino porque se apuntala y consolida la mayoría que llevó en dos
ocasiones a Pedro Sánchez a la Moncloa y que en la segunda permitió el
Gobierno de coalición. Habrá que ver si esa mayoría pervive en una legislatura que gracias a la aprobación de las cuentas será previsiblemente larga.