Carnap nació en Alemania en 1891 y murió en 1970. Desde 1935 vivió en Estados Unidos hasta su fallecimiento. Fue filósofo analítico y del lenguaje. Defendió el positivismo lógico y fue uno de los miembros más importantes del Círculo de Viena. Era ateo y tenía convicciones socialistas siendo un defensor de las actitudes pacifistas.
Como profesor universitario y filósofo destacó por su erudición rigor conceptual. En 1928 publico dos libros fundamentales que son: La estructura lógica del mundo y Pseudoproblemas de filosofía. Ha escrito a lo largo de su vida una abundante obra filosófica.
En su periodo de formación Carnap asistió a un curso impartido por Bruno Bauch sobre la Crítica de la razón pura de Kant. También fue uno de los pocos estudiantes que acudió a las clases de Frege sobre lógica matemática. Además, en 1924 y 1925 asistió a seminarios impartidos por Edmund Husserl, el creador de la fenomenología, y a la vez escribía sobre temas físicos desde un enfoque propio del positivismo lógico.
Rudolf Carnap ha sido uno de los grandes filósofos, aunque sus planteamientos son discutibles. Al menos una parte de ellos, a mi juicio. Por ejemplo, su implacable negación de la validez y el sentido de la metafísica me parece excesiva. Carnap afirma que la metafísica es la expresión de una actitud emotiva ante la vida.
Estoy convencido de que no todo se puede someter al análisis lógico. Y los sentimientos forman parte de nuestro pensar. La contraposición entre lo racional y lo emocional no es siempre algo claro y diáfano. También existen las paradojas lógicas.
No estoy de acuerdo con el rechazo de la metafísica por parte de Carnap. Escribe que «el análisis lógico ha revelado que las pretendidas proposiciones de la metafísica son realidad pseudoproposiciones». El método de verficación usado por Carnap no lo justifica todo en el campo del sentido y la significación. No cabe duda de que la experiencia posee un gran valor en la filosofía de la ciencia y, en general, en la epistemología, pero no es algo que lo abarque absolutamente todo.
Los juegos de lenguaje no están sometidos a condiciones de verificación experiencia estricta y absoluta. Se puede analizar el sentido de las proposiciones desde muy diferentes planteamientos interpretativos, algo que saben perfectamente numerosos filósofos del lenguaje y también los lingüistas. En efecto, el hecho de conectar conceptos y pensamientos es una labor esencialmente metafísica o filosófica y no todo depende de conexiones lógicas absolutamente rigurosas e inmodificables.
En cambio, coincido con Carnap en que es deseable introducir un mejor lenguaje en filosofía. Y aprecio muchos de los planteamientos sobre la lógica y las matemáticas de este gran pensador. Carnap escribió: «Disfruté enormemente con el estudio de las matemáticas».
Los sentidos de la terminología filosófica pueden oscilar en función de la jerga usada por cada filósofo. Los matices de sentido son importantes y significativos. No podemos pretender que la filosofía tenga que ser una especie de matemática de las palabras. Sin disminuir lo más mínimo la validez de la lógica formal o simbólica.
La colaboración en el campo de la ciencia en lo que tanto insiste Carnap es fundamental para el progreso, pero en el ámbito de la filosofía es más difícil. Porque la actividad del pensador es más individual, aunque esté en contacto con otros filósofos y corrientes de pensamiento. La creatividad de cada filósofo no se puede suprimir en aras de la homogeneidad de la comunidad de pensamiento o de los valores sociales predominantes.
La colaboración en las artes, algo explicitado por Carnap, no es algo sencillo, por diferentes motivos. Si bien, también es cierto que la discusión colectiva de ideas es una posibilidad abierta tanto en filosofía como en el resto de las disciplinas artísticas.
José Manuel López García