Criticar siempre se nos ha dado bien como nación, da igual lo que esté pasando alrededor, siempre vamos a tener la última palabra para quedar por encima de cualquiera con nuestra opinión. El problema viene cuando los grandes medios de comunicación recogen un puñado de fake news que hacen pasar por noticias de verdad para desinformar un poco más a la ciudadanía, de eso saben mucho medios como OK Diario, La Razón o nuestra querida AR y su periodismo de cloacas.
Mientras tanto, en el estado español seguiremos dándole vueltas a los viejos grandes males que nos asolan desde el principio de los tiempos.
Qué hay más español que llamar a la policía para denunciar a una persona aleatoria por pura envidia irracional; gritar a un padre que pasea con su hijo, insultarlos y violentarlos, sin preguntar qué hace ese padre fuera con su hijo. Convertidos en siervos y devotos de los de arriba mientras vendemos a nuestrxs vecinxs por un poco de orgullo rancio.
Seguiremos criticando a un gobierno que acaba de llegar, haga lo que haga, porque es el deporte nacional y, además, es gratis. Culparemos a los comunistas, al coletas, a las feministas y a todo el que haga falta. No nos importan los motivos reales si podemos culpar a alguien de los errores de otrxs, que lo pregunten a Ayuso o a Abascal.
Dando uso de esa memoria selectiva, que tanto nos gusta, ignorando cómo ha gestionado la derecha crisis como la del Prestige, Jak-42, 11M, el metro de Valencia o el accidente del Alvia en Santiago de Compostela. O de los más de 4000 pacientes de hepatitis C que el gobierno del señor Rajoy dejó morir sin medicación. Volviéndonos expertos en pandemias y criticando que el gobierno actuó tarde, cuando fuimos los primeros en Europa en tomar medidas de confinamiento con 3000 casos, frente a los más de 10000 en Italia. ¿Qué importan los datos si quienes nos informan en los medios sueltan el titular que hará más verosímil su realidad alternativa? Porque con casi 5000 muertos en todo el estado (casi la mitad de ellos en Madrid, muchos de ellos en residencias gestionadas por la comunidad) nuestrxs políticos siguen echando balones fuera del campo, cruzando acusaciones que solo agravan la crisis en la que estamos. Con una presidenta de la comunidad de Madrid a la que deberían coronar como la más incompetente de todxs, a pesar de la gran competencia que tiene entre todxs nuestrxs políticos.
Como ovejas, nos quedaremos en la superficie antes de adentrarnos en el vacío existencial que supone no dar las gracias por absolutamente nada al filántropo Amancio Ortega, que debe patrocinar (y yo todavía no me he enterado) el sueldo de media España con los impuestos que no paga. Por eso deben de estar pidiendo el premio Príncipe de Asturias para él, en vez de para toda la gente obrera que se está dejando su salud en trabajos precarios y en hospitales saturados, para ellos solo aplausos a las ocho de la tarde.
Estamos destinados a remar a contracorriente, esta claro que España es un estado tan pintoresco como una noche de fiesta por el Raval.
La España facha y la España roja, la que llama para denunciar si su vecino baja tres veces al perro, pero no llama cuando oye golpes y gritos en el piso de al lado porque “son cosas de casa”. La España que se levanta y levanta el país contra los mafiosos que son capaces de arriesgar la salud pública por sacar unos billetes, esos que parece que te están haciendo el favor de tu vida por pagarte a final de mes por trabajar como un condenado para que todos los beneficios vayan para una sola persona.
Y yo no puedo evitar preguntarme… Si Britney Spears puede llamar a la huelga y abrazar el marxismo… ¿podrá la sociedad entender que este sistema en el que vivimos cuesta más vidas que un conflicto de guerra? ¿Seremos capaces de renacer de nuestros propios errores después de que esta pandemia se lleve lo que de verdad importa?
Astronautico