En la mayoría de las residencias de personas mayores, apenas desayunan y las comidas son a horas muy tempranas. En algunas, que son privadas y concertadas, dan de comer adecuadamente, pero son una minoría. Otra cuestión que se debería resolver es la falta de suficiente personal, para atender a todos los mayores. Además, las personas dependientes, con deterioro cognitivo y otras dolencias o enfermedades deben legalmente de disponer de una atención realmente personalizada ya que no recuerdan las cosas, y no son autónomas. Otro problema grave es que no se ofrecen suficientes plazas para tantas personas mayores, en una sociedad cada vez más envejecida, por la creciente longevidad y las personas que quieren ir voluntariamente a una residencia, deben esperar mucho tiempo y sus familias también, para lograr una plaza. Es indudable que las residencias son un negocio como otro cualquiera, tanto las privadas como las concertadas, y las públicas dejan mucho que desear, aunque se intente negar o disimular la evidente y palpable realidad. Se piensa muy poco o nada en los mayores, y Asturias está a la cabeza de la tasa de envejecimiento en toda España. También es preciso poner de manifiesto que, en todo el territorio español, se están produciendo estos serios problemas. La gerontofobia o el desprecio a los mayores es totalmente inaceptable en una sociedad, que debe valorar la igual dignidad de todos los ciudadanos, con independencia de su edad y condición.
Los mayores se merecen lo mejor, al igual que cualquier persona, y lo que no puede ser es que pasen por situaciones de falta de atención a sus necesidades alimentarias y a su cuidado personal, en todo lo que necesiten. Desde criterios objetivos y fundamentados en la ética y en los Derechos Humanos. La atención personalizada no es un capricho, es una necesidad por la ya expuesto y no se realiza, de modo suficiente, en la mayor parte de las residencias. La causa es que deberían tener más personal para atender a los mayores, y para ganar más dinero no se contratan en este tipo de empresas más trabajadores, que es lo realmente necesario. De esta forma, se obtienen notables beneficios económicos a costa de restringir la indispensable atención a los mayores. Las residencias no deben funcionar como los bancos, para el logro de grandes ganancias cada año. Es cierto que una mínima parte de las residencias dan una perfecta atención, en todos los sentidos y aspectos, a los mayores, pero el resto no. La falta de contratación de personal cualificado y la consecuente sobrecarga de trabajo no sirven como excusas. En algunas residencias, se utiliza la inmovilización de los residentes como medida de control.
Considero que deberían controlarse periódicamente las residencias, para garantizar que la comida y la variedad y cantidad de esta es suficiente, y se debería hacer, por parte del organismo público que corresponda, de una forma sistemática y rigurosa. Otra cuestión es la voluntariedad exigida legalmente, para que los mayores no sean llevados engañados a las residencias lo que es un problema espinoso, pero real.
Es exigible y necesario asignar un profesional de referencia para cada residente, asegurando que no tenga más de cinco personas a su cargo. Crear ambientes acogedores, lo que incluye habitaciones individuales y espacios comunes bien atendidos por el personal. Implementar avanzadas tecnologías digitales, que mejoran la seguridad y optimizan la calidad de la atención. Participación familiar facilitando el acceso de los familiares a las habitaciones, permitiendo que puedan comer con los residentes en los centros. Estandarización de los procesos para recetas y consultas médicas. Estas son algunas de las medidas necesarias, para que los mayores se sientan en las residencias como en una nueva casa.
La financiación de estas mejoras es realizable y no es algo utópico. Hace falta voluntad política para plasmarlas, de modo efectivo, en la realidad.
En relación con los fondos públicos, los gobiernos locales y autonómicos y el central deben destinar más dinero, a través de subvenciones directas o programas de financiación y ayudas económicas de diversos tipos. Las colaboraciones público-privadas también pueden ser útiles, para financiar mejoras en las residencias, de cara a los residentes y al personal de estas. Además, numerosas residencias reciben donaciones de particulares, empresas y fundaciones, algo que es positivo y también ayuda. Por otra parte, es evidente que los programas de responsabilidad social corporativa pueden incorporar recursos económicos adicionales, para la mejora de la atención a los mayores.
Ya existen nuevos modelos de residencias, en forma de redes de apartamentos, con muy buena atención personalizada, que son un ejemplo para seguir.
En conclusión, los mayores no pueden ser apartados de la sociedad y vivir marginados como seres inútiles. Todo lo contrario, deben ser muy valorados por la sociedad, ya que poseen tesoros de experiencia, buen hacer y saberes. El respeto a los mayores es exigible. Contribuyen, en la medida de sus posibilidades, al fortalecimiento de los vínculos familiares y sociales y son esenciales en la vida de todos. Por tanto, hay que ocuparse de ellos y cuidarlos realmente. Ver video
José Manuel López García