Dirán algunos que como articulista soy de tercera fila, porque todos o casi todos insertan más sangre, vísceras, nervios en los artículos. Es decir, perciben más lo negativo de todo.
Lo negativo de todo, pueden ser personas y personajes, pueden ser figuras de la alta responsabilidad política o económica o cultural o social o religiosa, o pueden ser ideologías o siglas o colectivos o grupos o culturas o metafísicas o... De tal modo, que si juegas en esta cancha o en esta plaza de toros o foro público, tendrás adversarios, o incluso más allá de los adversarios, pero tendrán persona que se acercarán a ti. Serás de los suyos, ellos te identificarán de los suyos, porque aunque no tengas la misma cartilla de ellos, ellos y ellas sentirán que atacas con palabras a los supuestos adversarios de ellos. El enemigo de mi enemigo es mi amigo, según parece ser es un proverbio árabe, aunque también indican que existe un origen chino, también hindú. Bueno, como todo lo que tiene éxito, está primero anclado en la antigüedad más profunda, segundo, tiene muchos padres –aquello de los griegos, la victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana-.
Creemos que las ideas son nuestras, o de nuestro siglo, pero las ideas como las piedras de los ríos llevan muchos kilómetros de años dando vueltas, se van transformando, se van limando, se van perfeccionando, se van endulzando muchas veces. Pero no cabe duda, que las ideas-conceptos es una parte o una dimensión de la realidad, igual que lo es la Naturaleza, igual que lo es el ser humano dentro de la Naturaleza aunque con cierta autonomía, y, lo mismo que lo son las cuestiones Metafísicas, tengan realidad real o solo tengan realidad para el corazón de los seres humanos…
Evidentemente, en estos años y lustros he llamado a muchas puertas. Y, de alguna manera, pues nadie las abre. He llamado a puertas del periodismo nacional, de audiencia nacional. Un pequeño sueño, no sé si debo decirlo: me gustaría que en uno de esos medios de comunicación, sea papel o digital, me gustaría, los años que todavía me queden de respirar en este mundo, publicar dos o tres o cuatro artículos cada semana. Supongo que no duraría mucho tiempo y espacio, quizás, tres o siete u once, trece o diecisiete años… ¡No lo sé…! Quizás sea un sueño sin sentido, también me gustarla, que el segador reciba su salario, el segador de palabras. Considero el artículo un género literario, en mi caso no solo literario y de/sobre temas de la realidad, más que sólo actualidad, en mi caso, literario y temas de la realidad y con gotas suficientes de filosofía… Existen diversos estilos, éste es uno…
Pero dirán que me falta acidez, veneno, acero en las palabras, en las ideas, en las formas, en el corazón, en los artículos, y, por tanto, no tienen suficiente audiencia, entre otras cosas, porque no disponen de esos ingredientes… Lamento por mí, y, lo lamento por ustedes, porque creo que no es que sea mejor que nadie, ni más que nadie, pero esta mirada y perspectiva y dimensión, ha estado en el articulismo de opinión español desde hace siglos, siempre han existido autores más filosóficos, más razonadores, más prudentes –sin que nadie se sienta ofendido-. Siempre ha habido autores y autoras, que les ha gustado más el azúcar que el vinagre, o al menos, una parte mayor de miel que de veneno…
Percibo errores en mí. No sé, no sé si ustedes se examinarán a sí mismo a análisis, a evaluación, a autoevaluación, a examen de conciencia, a examen psicomoral, etc. Tiene muchos nombres esta operación psicomental. Pero si lo hace de vez en cuando, se dará cuenta de sus aciertos y sus errores propios. Por tanto, si uno es capaz de percibir los propios errores, con más facilidad percibe los errores de los demás: errores intelectuales, errores conceptuales, errores psicológicos, errores morales, errores vivenciales, errores en sus palabras, errores en sus actos… y, esto aplicado al que pasa al lado tuyo y te saluda con buenos días, como aquellos que ostentan responsabilidades altas, en unos campos y en otros…
Es cierto, que se escribe para buscar verdades y bienes y belleza. Pero al hacerlo, hay que poner matices a las cosas. Te equivoques o no, aciertes o no. Dices cosas sobre realidades, por muy abstractas que las expongas, siempre gustarán a unos y menos a otros. Es más, la realidad humana es compleja, tiene muchas aristas. Un artículo tiene ochocientas palabras, no pueden expresar toda la realidad de una cosa, ni siquiera si hablase de un cuchillo y un tenedor y una cuchara, no sería capaz de expresar todo sobre ello. Cómo cuando de joven leí un artículo de Ortega y Gasset sobre los marcos de los cuadros. Debo indicar, que redacté dos, dos artículos, porque uno se me borró, y, tuve que redactar otro, “sobre la punta de un lápiz”. Para mostrar que se tenía capacidad de hacer esta temática y cualquier temática –igual que los pintores abstractos, algunos, pintan algunos cuadros realistas, para demostrar que son capaces de hacer ese estilo, pero no quieren-.
Podría hacer que las frases, como la carne, se les notaran venitas de sangre, de agua o suero con sangre. Podría hacerlo. Pero no lo hago, no lo haré, si es que no pierdo la cabeza, o las circunstancias se me ponen tan difíciles y tan duras, que no tengo más remedio. No deseo hacerlo. El precio que pago, estimado lector y lectora, es muy grande: no me publicarán en los grandes periódicos con gran audiencia, segundo, los artículos que escriba y he escrito se perderán. Al final, no interesarán a las generaciones futuras.
Pero siempre es la misma historia, son las tentaciones del Nazareno en el desierto. Son las tentaciones de todos y de todas. Cada uno, sufrirá las suyas… Aviso a navegantes…
Jmm Caminero