REDACCIÓN | Mientras crece progresivamente la presencia de mujeres en profesiones tradicionalmente copadas por hombres, trabajadoras invisibles de sectores precarios y en muchas ocasiones sin visibilidad unen fuerzas para reclamar derechos, de las aparadoras a las envasadoras y también las rederas.
EFE ha hablado con alguna de estas mujeres, que repasan una vida laboral que ha transcurrido de espaldas a derechos básicos, sin horarios, vacaciones y ni siquiera cotización a la seguridad social. Una de ellas, que prefiere no dar su nombre por temor a dejar de recibir trabajo, se dedica a coser todas las piezas que tiene un zapato en Elche, tiene 60 años y pese a trabajar desde los 15 no quiere “ni pensar” en el momento de jubilarse, pues apenas tiene cotizados siete meses.
“No quiero ni planteármelo. Sé que llegará un momento en que no podré trabajar, pero no quiero ni pensarlo porque es de lo que vivo”, relata una de las 7.332 mujeres que, según un estudio de la Universidad de Alicante, trabajan sin cotizar en el sector del calzado alicantino, invisible y feminizado, pues son apenas 1.542 los hombres aparadores.
Este trabajo “invisibilizado” nace después de que las grandes empresas del calzado externalizaran en pequeños talleres el ‘aparado’ de los materiales -el proceso por el que se cosen las piezas de un zapato-.Estos pequeños negocios contratan para ello a terceras personas con sueldos que no superan los 3 euros/hora y que no se actualizan desde hace 25 años.
En una entrevista a EFE, esta mujer, que no quiere dar su nombre por temor a que puedan dejar de darle trabajo, lamenta que trabaja los siete días de la semana con jornadas de hasta 14 horas, ya que el salario apenas llega a los 2,5 euros la hora y es una única forma de “llegar a un sueldo que no sea mísero”.
Ella es una más de la Asociación de Aparadoras y Trabajadoras del Calzado, que acudió el pasado enero a la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo en Bruselas para denunciar estas condiciones y pedir que se les reconociera una “jubilación digna”.
“Hubo gente que se tiraba de los pelos. ¿Cómo es posible que esto ocurra en Europa?”, asegura que se preguntaban los europarlamentarios. “Escuchas que en Asia o Sudamérica trabajan cobrando 5 euros al día y dices ‘¿cómo es posible?’. Pues aquí en España también estamos trabajando así”. Leer más