Médico de profesión, Gerardo Fernández Albor (Santiago de Compostela, 1917) decidió dar un vuelco a su vida con más de 60 años y dejó de lado una prestigiosa carrera en el ámbito sanitario para centrarse en la política. El que fue presidente de la Xunta autonómica durante la primera y parte de la segunda legislatura (1982-1987) buscaba, según sus propias palabras, "luchar contra el cáncer de la emigración que sufría Galicia" hasta que una moción de censura se cruzó en su camino. Veinticinco años después de su primer gobierno, el veterano político se niega a jubilarse y ha decidido incorporarse al Consello Consultivo después de la reforma de la ley aprobada el pasado mes de julio en el Parlamento gallego. En su despacho de Compostela, analiza para AGN la evolución social de la comunidad, el panorama político y la situación del PPdeG tras la sucesión de Manuel Fraga. -Recientemente confirmó que se va a incorporar al Consello Consultivo. ¿No piensa jubilarse? -Lo de jubilarse queda para los que no quieran trabajar. Yo ahora dispongo de más tiempo que nunca y tengo un trabajo político desde que dejé la carrera de medicina. Con él quiero seguir hasta que me muera porque nunca he perdido la vocación de servicio público. Además, prefiero trabajar en un sentido institucional, tener que emitir opiniones obligatoriamente. -¿Considera que la reforma de esta ley se ha hecho esperar demasiado? -Yo creo que está bien. No se van a poner defectos una vez que ya se ha hecho, ¿no? Ahora no se trata de criticar sino de centrarse en el trabajo y en la responsabilidades. -A día de hoy, ¿le reconocen por la calle? -Me siento reconocido y querido por mucha gente, algo que me encanta porque no tiene absolutamente nada que ver con las ideas políticas. Imagino que muchos jóvenes no sabrán quién soy pero esto no me disgusta, sino todo lo contrario. Es ley de vida y me alegra saber que no somos imprescindibles. -¿Le va a ocurrir lo mismo a Manuel Fraga? -A todo el mundo. -¿Siente que su trabajo durante los seis primeros años de la Xunta de Galicia ha quedado escondido tras el muro del Gobierno Fraga? - En absoluto. Y si fui tapado, pues encantado, porque nunca he tenido afán de liderazgo político. Me limité a cumplir con mi deber y creo que lo he conseguido. De hecho, cuando veo el Parlamento de Galicia, San Caetano o la Compañía de Radio Televisión de Galicia (CRTVG) me da igual que la gente desconozca que esas obras fueron impulsadas por mí. Ahí están y yo duermo tranquilo. -Un hombre con su trayectoria, ¿qué visión tiene de la sociedad gallega actual? -El cambio que se ha producido desde la Galicia preautonómica a la de hoy en día es abismal y si pienso en la que yo conocí cuando era estudiante, me quedo sin palabras. Estamos en continua evolución y mucho mejor que nunca. -A principios de este año se cumplía el 25 aniversario de su primer Gobierno. ¿Qué le llama la atención del panorama político que vive la comunidad? -Sólo me preocupa la falta de unión de las fuerzas políticas, algo que no existía cuando yo empecé a trabajar en este ámbito. Cada vez hay una mayor crispación y se prima el partidismo frente a los intereses de los ciudadanos tanto a nivel autómico como estatal. Entiendo que las elecciones son una presión y que es una consecuencia lógica de la democracia pero por encima de todo hay que defender el sistema. Hemos tenido los 30 mejores años de la Historia y, con esta falta de diálogo, los estamos tirando por la borda. -Se ha definido como un hombre galleguista y de derechas. ¿Han evolucionado estos postulados ideológicos a lo largo de su trayectoria vital? -La 'derecha' es un concepto complicado. Yo no soy de derechas ni de izquierdas, sólo busco la libertad. Si la libertad es de derechas, pues viva, pero todos sabemos que sólo puede conseguirse con cultura, esfuerzo y defendiendo la dignidad de la persona. Es cierto que puede haber democracia con poca libertad pero a mí me interesa la que contiene el mayor grado y considero que cuanto menos intervencionismo, más progreso. Son los hombres los que hacen el progreso, no el Estado, cuya función es administrar. Así que, mejor que un galleguista de derechas prefiero ser un galleguista de libertad (sonríe). -¿Qué significa hoy ser galleguista? -Amar a tu tierra. El galleguismo no es un partido político sino un compromiso con tu tierra. En eso estoy de acuerdo con Ramón Piñeiro que fue uno de mis maestros más queridos. Aunque sí es cierto que el compromiso siempre será mayor en el político que en el escritor o el labriego, porque es quién tiene la posibilidad de hacer cosas. -¿Y el progresismo? Los gobiernos de izquierdas insisten en que impulsan medidas 'progresistas'. -Cuando alguien me llama conservador, sé perfectamente lo que me están llamando: reaccionario. También hay quién se hace llamar progresista. Estas palabras no quieren decir nada o, mejor dicho, quieren decir mucho porque se utilizan para no emplear otras. Pero ser un poco más del aborto o del botellón no es progresismo, es otra cosa.