Analizar y describir lo que aparece. Ciertamente, es una tarea continua de la filosofía a lo largo de los tiempos, ya desde sus inicios hace más de 25 siglos. Fenomenología es lo que aparece. Ya Lambert acuñó este término de fenomenología en su libro el Nuevo Organon de 1764 como doctrina de la apariencia del verdadero conocimiento sensible. No cabe duda de que el alcance, por ejemplo, de la fenomenología kantiana es claramente epistemológico y gnoseológico.
Husserl es el fundador o creador de la fenomenología. Nace en 1859 y muere en 1938. El comienzo de los análisis fenomenológicos se plasma en la realidad con su libro Investigaciones Lógicas de 1900 en dos tomos. A lo largo de los siguientes decenios fue completando su sistema fenomenológico con nuevas obras.
El método fenomenológico a través de la reducción fenomenológica o epojé o puesta entre paréntesis de la realidad supone que quedan las vivencias o fenómenos de la conciencia con una estructura intencional. El contenido de la conciencia es el nóema y el acto de expresión del contenido es la nóesis.
La fenomenología es la ciencia de las esencias y de su descripción. Para Husserl el sujeto trascendental es la unidad de la conciencia o la subjetividad y de esta conciencia trascendental surge el mundo conocido.
Mundo y sujeto están interconectados en la misma conciencia.La fenomenología pretende hacer de la filosofía una ciencia estricta y teorética.
Según el planteamiento de la fenomenología a través de la aplicación de la misma se realiza la autorreflexión de la humanidad. El ser humano con su razón es evidente que es responsable de su propio ser. El mundo técnico ya en tiempos de Husserl estaba manifestando ciertos riesgos y peligros para el bienestar humano.
La actitud fenomenológica es reflexiva y tiene por objeto la vida de la conciencia, los modos de darse las cosas en la conciencia. Por tanto, es opuesta a la actitud natural.
No cabe duda de que también existe la actitud espontánea de la conciencia que atiende directamente a las cosas sin preguntarse por las esencias o las ideas. El fenómeno para Husserl es todo dato de la conciencia que siendo sometido a la epojé, es contemplado como tal dato sin valor existencial.
La filosofía fenomenológica trascendental es la que tiene por objeto las condiciones trascendentales del conocimiento con independencia de la experiencia empírica.
La ideación es la plasmación de cada acto de la conciencia que partiendo de las variaciones de los hechos logra la intuición de la esencia o eidos de hechos similares.
Se puede afirmar que el tema central de la fenomenología es la intencionalidad, ya que la conciencia apunta a algo distinto del sí mismo, puesto que se dirige a lo otro.
Husserl se opone al psicologismo entendido como doctrina que es considerada como la ciencia principal y superior a la lógica y la gnoseología. Lo trascendental en la fenomenología es el plano de la conciencia se contrapone al psicológico y al lógico y que no sucumbe a la epojé.
Husserl llega a decir al cumplir los setenta años que: “Tuve necesariamente que filosofar; de lo contrario, no podría haber vivido en este mundo”. Es muy significativo que ya en 1923 fundó una Mensa academica para hablar en la misma sobre “la indigencia de la época en los campos de la ciencia, de la cultura y del arte”.
Husserl señala que, en realidad, la fenomenología es análisis de la conciencia y también interpretación o hermenéutica de la vida de la conciencia.
Hussserl supera el racionalismo objetivista con su fenomenología y también del relativismo. Su crítica del psicologismo liberó a la ciencia y a la filosofía de su tiempo y marca el inicio de planteamientos epistemológicos nuevos.
También han surgido nuevas formar de practicar los análisis y descripciones fenomenológicas con nuevas interpretaciones y variaciones. Por ejemplo, conSzilasi, Sartre, Merleau-Ponty, Marc Richir, Urbina y otros numerosos fenomenólogos. En cambio, su ayudante EugenFink elaboró una filosofía propia que se separaba de la fenomenología husserliana y que no tenía en cuenta la epojé, porque consideraba que no era realmente posible.
José Manuel López García