MADRID | La
pandemia dejó en 2020 una profunda huella en la salud física y mental
con un aumento de la depresión, la ansiedad y los pensamientos de muerte
si bien las conductas suicidas se redujeron a la mitad, un patrón que
se repite al inicio de las crisis para luego dispararse al persistir los
factores de riesgo.
Así lo refleja el estudio "Impacto de la covid-19 en la salud física y
mental de la población adulta española", publicado por el Observatorio
social La Caixa, según el cuál se constata, de menor a mayor gravedad,
que las ideas suicidas han pasado de 11,3 % en 2019 al 6,7 % en 2020,
los planes de suicidio del 1,4 al 0,7 % y los intentos de suicidio del
0,7 al 0,4 %.
Según ha explicado a Efe el profesor de medicina de la Universidad
Internacional de Cataluña e investigador principal del estudio, Pere
Castellví, esta reducción de la conducta suicida responde a que la gente
que piensa en suicidarse presenta unos niveles de desesperanza que le
impiden tener un objetivo en la vida pero el hecho de que aparezca un
problema (en este caso la covid) les provoca un objetivo ante el que
luchar.
Eso se ha reforzado, según Castellví, con la cohesión social que se dio
en el confinamiento (vecindario y familias) y que repercutió
positivamente en una disminución de las tentativas de quitarse la vida.
No obstante, se trata de una situación temporal y al persistir la
incertidumbre y los factores de riesgo, todo se acumula y la conducta
suicida vuelve con más fuerza, como ocurre en este año 2021.
El estudio ha sido realizado sobre una muestra de 1.357 personas
en dos fases: en diciembre de 2019 y ese mismo mes de 2020, de hecho la
encuesta se repitió con el mismo colectivo para conocer las
consecuencias socioeconómicas de los diez primeros meses de pandemia en
la salud física y mental de la población española, y poder hacer la
comparativa con la época precovid.
Se trata del primer estudio representativo de la población
española, con una comparativa antes y después de la pandemia sobre la
misma muestra.
El informe constata que la pandemia no ha afectado por igual a
la salud mental o física de los grupos de población y hay diferencias
por sexo, edad, estado civil o situación laboral.
Todos los indicadores del estudio: depresión, ansiedad,
pensamientos de muerte e ideas o planes de suicidio son mayores en el
colectivo femenino, y también en la franja de edad de 18 a 40 años salvo
los pensamientos relacionados con la muerte propia o de allegados,
avivados con la covid, más recurrentes en la población mayor de 65.
Según el estudio, en 2020 la depresión afectó al 7,22 % de las
mujeres frente al 2,49 % de los hombres; y la situación se repite con la
ansiedad que sufren ellas, en un 12,64 %, mientras que en los varones
el porcentaje es del 5,5 %.
Los pensamientos de muerte también fueron más frecuentes en 2020
entre el sexo femenino, con el 23,24 % frente a un 16 % de hombres que
dicen haberlos tenido. Y en ideas o planes de suicido, ellas duplican
esa tendencia con el 2,72 %, en los hombres apenas supera el 1 %.
Por contra, los hombres, los mayores de 40 años, casados o con
pareja de hecho y trabajadores o jubilados son los menos susceptibles a
caer en problemas de salud mental.
De forma general, los cuadros de depresión y ansiedad en el
conjunto de la población española aumentaron entre 2019 y 2020. La
depresión pasó del 5,7 % en 2019 al 8,8 %; la ansiedad del 11,6 % al
17,8 % y los pensamientos de muerte que copaban un 22,9 % antes de la
pandemia subieron hasta el 28,5 % en plena crisis sanitaria del
coronavirus.
Respecto a la salud física, el 8,8 % de la población española
reconoce que es peor que antes de la pandemia y un 5,5 % admite que se
ha deteriorado significativamente su salud mental en relación a la época
precovid.
La encuesta también revela que el 3,7 % empezó a fumar en esos
primeros meses pandémicos y una gran mayoría (79,6 %) experimentó
cambios sustantivos en su Índice de Masa Corporal (IMC).
Otro aspecto que aborda el estudio es la violencia por parte de
la pareja detectada desde el estado de alarma. El 8,6 % admite que ha
sentido miedo de su pareja y el 3,6 % asegura haber sufrido algún tipo
de agresión.
Las conductas violentas más comunes desde el estado de alarma
han sido culpabilizar a la víctima en un 2,3 % aunque un 1,6 % también
dice que ha recibido insultos.
Aunque en menor porcentaje, menos del 0,7 %, las víctimas
reconocen haber sido encerradas a la fuerza por su pareja, obligadas a
evitar el contacto con sus familias e incluso forzadas sexualmente o
amenazadas de muerte.
La pandemia también ha afectado a la situación económica y
laboral. El 18,4 % de los encuestados reconoce que sus ingresos se han
visto mermados desde que empezó el primer estado de alarma y el 47,4 %
no ha podido coger siempre que lo ha necesitado una baja laboral.
El estudio constata que la pandemia ha provocado más
inestabilidad laboral y una pérdida de derechos laborales. De hecho, el
10,2 % reconoce que ha tenido que ir a trabajar a pesar de tener
síntomas compatibles con la covid-19.
Además la ansiedad y la depresión ha afectado en mayor medida a
personas en baja laboral de más de tres meses, lo que coincide con
población con síntomas covid o covid persistente.
En concreto, la depresión afectó al 28,5 % de las personas en
baja laboral larga y la ansiedad al 33,3 % de población en esa
situación.
También la depresión hizo mella entre quienes estudian y
trabajan (27,7 %) y la ansiedad afloró con más fuerza en los estudiantes
(37,5 %) personas con invalidez permanente (30 %).
La población en baja laboral también fue la que presentó más
pensamientos de muerte durante estos primeros diez meses de pandemia,
hasta el 60 %.
El estudio también analiza el coste económico de la pandemia. Si
se extrapola a la población adulta se estima un coste en toda España de
37.329,8 millones de euros.
El coste sanitario medio para individuo fue 106,10 euros al mes
desde el inicio de la pandemia. Los costes mayores han sido por los
ingresos hospitalarios, con 207,90 euros, y las bajas laborales, 468,40
euros.
Finalmente el gasto personal privado en productos sanitarios como mascarillas o gel hidroalcohólico fue de 26 euros.
En esta evaluación no se ha incluido el coste económico de los fármacos prescritos ni de la vacunación. EFE